sábado, 1 de noviembre de 2008

El Enemigo

Mi juventud no fue sino una tenebrosa tormenta
atravesada aquí y allá por destellantes soles;
el trueno y la lluvia han provocado tales estragos
que en mi jardín si apenas quedan los bermejos frutos.

Ahí yo he alcanzado el otoño de las ideas,
y debo emplear la pala y los rastrillos
para reunir de nuevo las tierras anegadas,
donde el agua cava fosas tan grandes como tumbas.

¿Y quién sabe si las flores nuevas que yo sueño
encontrarán en este suelo lavado como arena
el místico alimento que les dará su vigor?

¡Oh, dolor! ¡Oh, dolor! El tiempo se devora la vida
y el oscuro enemigo que nos roe el corazón
al beberse nuestra sangre crece y se fortalece.


Charles Baudelaire
. Las flores del mal

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