martes, 26 de mayo de 2009

bajaste con dulzura los dos escalones que te separaban de la calle.

el gran maletín de tu contrabajo te sobresalía por detrás de la cabeza, parecías más bajita de lo que en realidad eres.
tu pelo ondeaba hacía la derecha, el fuerte viento hacía presencia por el callejón donde está esa taberna que nos gusta tanto.
la tarde llegaba a su fin
y mi botella de vino también.
ojalá fueras mía,
pensé.
después pagué la cuenta
y con un miedo enfermizo
salí de allí.

1 comentarios:

bloweme dijo...

el contrabajo me parece el instrumento supremo, donde esté él, está el enigma y la clave