domingo, 9 de noviembre de 2008

1.

Después de flanear toda la mañana del lunes anterior, y sin haber sacado ninguna conclusión clara sobre su futuro, nos dijo a los allí presentes que iniciaba una etapa de reflexión profunda y que dejaba de trabajar y de vivir la vida absolutamente normal que hasta ese día le era impuesta.
Decidió volar lejos, en avión claro, siempre en primera clase, huyendo de todo pero sin renunciar al lujo. Intensamente identificado con el sufrimiento de las clases más bajas pero exigiendo que cada día le llamen de usted. Entonces, con mucho miedo en el cuerpo aterrizó en aquella ciudad de aquél país, y se construyó una cabaña en el bosque más alto y verde del mundo, se instaló una gran chimenea y llenó el suelo de mantas, desde ese momento y hasta este otro, no ha dejado de reflexionar ni un segundo, ni dormir ni comer ni follar, solo pensar y dar vueltas a ideas superfluas para construir proyectos que se caían con el soplo de una mosca.
Recibí ayer su carta y realmente me emocionó ver como desaparecía de su propia vida sin avisar, como fue capaz de permanecer sobrio y recto en los momentos de duda y cazar así los retazos del destino, que siempre le habían sido esquivos. En aquél instante en el que dejé el papel sobre la silla, el mundo se hizo pequeño y pensé que podíamos hacer todo lo que quisiéramos con él.

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