lunes, 17 de noviembre de 2008

domingo extrañamente religioso

con la sensación de estar siempre huyendo de algo que no me gusta y al mismo tiempo buscando algo que no conozco, decidí sentarme en un banco de piedra negro que con el frío de la larga tarde hace congelarse a mis distinguidas posaderas. como de costumbre irrumpió en la escena un hombre de la calle, de estos que la gente llama 'vagabundos desgraciados' o algo parecido. sin duda, era un hombre con clase, abrigo largo y sombrero elegante que lucía a juego con el cartón de don simón.
el hombre podría parecer el típico borracho que te suelta una serie de historias sobre su pasado que aburren y dan pena al personal que pasea tranquilo con su mujer y sus hijos en un plácido domingo otoñal, y puede que en realidad así fuera, pero no por serlo deja de tener cierto interés, al menos a mi entender. él sostenía que hace unos años fue pastor de ovejas y cabras en un pueblo no muy lejano, y que por supuesto nunca había tratado mal a sus padres, porque según palabras textuales, '
a un padre nunca hay que tirarle'. después de cantar algo por soleares con una voz bastante digna y contar que ha compartido escenarios con los mejores cantaores de mi españa, comenzó a llorar sin explicación. y a mi, no se si solo a mi o a alguien más, se me encogió el corazón (a los que entraban en la iglesia a adorar a Dios nuestro señor benefactor y bondadoso, ya saben eso de ayudar al prójimo, dar cobijo al indigente y repartir nuestros bienes entre los más necesitados, les estaba molestando bastante la escena), hablaba de la ausencia de sus hijos, teorías acerca de que nadie es mejor que nadie y sobretodo poemas y declaraciones de amor hacia la que un día fue su mujer.
eran cerca de las ocho, y estaba a punto de empezar la misa en la catedral, casualmente el cura que iba a darla era mi antiguo profesor de filosofía, un hombre cuanto menos peculiar. durante un instante pensé en entrar y pasar allí un largo rato escuchando y reflexionando sobre un posible futuro como ferviente y casi fanático religioso, tomando la posibilidad de que me llegue la salvación en un momento de mi vida absolutamente confuso, que la palabra de Dios me guíe hasta el fin como ya le ocurrió a Dylan a finales de los 70 (también pensé en el budismo y en adentrarme en la cultura oriental después de leer todas la teorías de los
beatniks sobre el Dharma). pero después de todo aquello di por terminada la fiesta y me fui de aquél frío banco negro y mal colocado, me llevé mis dudas religiosas y morales y a ellos les dejé con sus problemas de fe y sus miedos ancestrales a salir del establishment.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Alex,

Trabajamos en el quinto número de nuestra revista y estamos interesados en tus poemas. Si nos quieres mandar algo, ya sabes, colabora@impracabeza.org

Para vernos mejor:

www.impracabeza.org

Anónimo dijo...

Yo tambien vi a ese hombre...