lunes, 9 de febrero de 2009

aquí es donde el tiempo se detiene, sin tener a donde ir


Bill llegaba a casa poco antes de anochecer, había parado en la tienda de la esquina a comprar dos helados de nata para tomarlos con su mujer en el jardín. abrió la puerta silenciosamente tratando de sorprenderla, pero ella guardaba aún más silencio. la encontró mirando la pantalla apagada del nuevo televisor, bebiendo una copa del vino que le regalaron en la última entrega de premios, donde por cierto, acudió con su jefe, y mejor amigo, Alfred.
sin apartar la vista del televisor pronunció las palabras prohibidas; -siéntate, será mejor que hablemos.-
el suelo del salón se llenó rápidamente de nata derretida, lágrimas, y el folleto arrugado de un crucero por el báltico.

2 comentarios:

bloweme dijo...

"...pero ella guardaba aún más silencio..."
que triste esto y que triste ese suelo lleno de nata, lágrimas y un folleto arrugado...

Olimpia. dijo...

Cuando ella se marchó, decidió encender la televisión y acogerse a la anestesia total durante horas. Se encendieron las farolas y él seguía sentado en el mismo sitio, mirando al mismo punto fijo. A las 6:45 sonó la alarma de su móvil,como todos los días de su vida. A media mañana, un testigo de jehová llamó a su puerta, pero no obtuvo respuesta.

Por fin, a la caída de la tarde, se levantó del sofá. Definitivamente, la estrategia de la tele no funcionaba: todos los programas hablaban de crisis.