hay un 'pequeño hombre que duerme' en el banco de enfrente.
el sonido estridente de un camión cisterna le despierta.
se incorpora. coloca la chaqueta de su chándal verde de hace al menos veinte años.
mira su reloj casio, 11:52 a.m. su vida está tan vacía y lejana que no recuerda que solía hacer a esta hora. echa una tímida meada en el árbol más cercano mientras una mujer le tapa los ojos a su hijo y se escuchan los rumores y las risas de las empleadas de limpieza del parque.
vuelve a dormirse. yo y mi flamante otro yo retomamos la lectura de on the road, dean moriarty acaba de llegar a la ciudad.
no me pregunto qué hago aquí, y afirmo que ese 'pequeño hombre que duerme' y yo, no somos tan diferentes.
lunes, 20 de octubre de 2008
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5 comentarios:
muchas veces nos olvidamos de que esas personas "del banco" no son diferentes a nosotros, quizás hace algún tiempo fuesen de los que tapaban los ojos al niño
pero de eso casi andie se da cuenta
No lo somos... Pero por no tener que dormir en un banco nos creemos superiores.
Y algunos, se dedican a quemarles, pegarles, insultarles o simplemente menospreciarles. Asi somos...
Muá!
Me llevaste hasta un texto del millás y me gustó.
Lo de dormir en un banco me ha recordado que tengo q seguir leyendo El Palacio de la Luna, de PaulmotherfuckerAuster.
dice una amiga mía que donde haya un chándal (o parte de un chándal) siempre hay una buena historia.
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